sábado, 27 de enero de 2024

Donde comienza la sabiduría.

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Proverbios 9:10. 

Hay una amplia diferencia entre aquello a lo que puede llegar el hombre con las facultades que Dios le ha dado, y lo que realmente alcanza.

La Palabra de Dios presenta el medio más poderoso de educación, así como la fuente más valiosa de conocimiento dentro del alcance del hombre. El entendimiento se adapta a las dimensiones de los temas con los que debe tratar. Si se ocupa únicamente de asuntos triviales y comunes, si no se lo emplea para esfuerzos fervientes a fin de comprender las verdades grandes y eternas, se empequeñece y debilita. De aquí el valor de las Escrituras como un medio de cultura intelectual... Ellas dirigen nuestros pensamientos al infinito Autor de todas las cosas. Vemos revelado el carácter del Eterno y escuchamos su voz cuando tiene comunión con los patriarcas y profetas. Vemos explicados los misterios de su providencia, los grandes problemas que han demandado la atención de toda mente pensadora, pero que, sin la ayuda de la revelación, trata inútilmente de resolver el intelecto humano. Abren a nuestro entendimiento un sistema de teología sencillo y sin embargo sublime, que presenta verdades que un niño puede abarcar, pero que son tan amplias como para desconcertar las facultades de la mente más poderosa. Mientras más estrechamente se escudriña la Palabra de Dios y mejor se la entiende, más vívidamente comprenderá el estudiante que hay más allá infinita sabiduría, conocimiento y poder... 

Si tan solo los jóvenes aprendieran del Maestro celestial, como lo hizo Daniel, sabrían que el temor del Señor es el principio de la sabiduría... Se elevarían a cualquier altura de adquisiciones intelectuales... Podrían alcanzar el más elevado y noble ejercicio de cada facultad.

Dios te bendiga, feliz sábado.

domingo, 7 de enero de 2024

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. (1 Juan 3: 1.) "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." (Juan 1: 12.) 
La filiación divina no es algo que obtenemos por nosotros mismos. Sólo a los que reciben a Cristo como su Salvador se les da la facultad de llegar a ser hijos e hijas de Dios. El pecador no puede librarse del pecado por ningún poder inherente. Para el logro de este resultado, debe buscar un poder superior. Juan exclamó: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Sólo Cristo tiene poder de limpiar el corazón. El que busque perdón y aceptación sólo puede decir: "Nada traigo en mi mano; sólo me aferro a la cruz". Pero la promesa de la filiación se brinda a todos aquellos que "creen en su nombre". Todo el que venga a Jesús con fe, recibirá perdón. . La religión de Cristo transforma el corazón.

Meditando...

La mayoria de nosotros esta ahora atravesando momentos de dificultad pero en la biblia encontramos palabras de aliento para nuestra alma aba...